Comoccio vivificó la suspensión y estiró la mancuerna.
Pi, ¿entendés?
Po. Respondió.
Felicitaciones le dieron al albergarlo en su fiesta de cumpleaños. Todos te queremos y agarró y se malcopó.
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Jacqueline tenía un moño y su atardecer nunca llegó, con cáspita y legumbres conoció el sueño ineterno. Allí despertó (o creyó haberlo hecho) pero daba igual despertar que soñar con estar despierto. Ahora que es hombre quiere sumergirse en la hondonada y entre fluidos viajar al centro mismo de la escencia.
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Rimbombeante un sol y la mar.
Un capitán en su barco sonríe feliz. Todo bastante, bastante definido todo; los colores que hartan realismo; cruje el cuadro hasta despertar. Es algún momento pasado.
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El risco dorado y la mar, no adoran al sol, invierno y gris el aire, lluvia, trigo y arroz. Todo en un marco dorado, asolado.
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Bertoni supo cuando el día culminó. Apresto rojo mandó, se quedó lágrima su.
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Resume supremo la canción que flota. Resuenan truenos cotidianos y la sal se lleva las heridas. Floto entre mis venas audaces y cumplo la misión.
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Todos despertaron al oir el pedo de Roberto.
¡Otra vez fue ese hijo de puta! Se quejó la vecina con una vela en la mano y corazón de cristal esfumado con cané, pastafrola y chamaco. Su cama era de seda con almohadas fosforescentes.
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Volví a suplir su condena de Guayaquil. Por TV volví. Y ahora encestado e incestado, volví. Volví, porque sí. No se porqué usás gomina (palortekeda). En la época de Yira, solía escribir poemas que nunca freían las labores supremas de pollo, a su vez, de vez en cuando, volví y a la vez, de una vez por todas.
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Colador petri-petrificado; se fumó un lavarropas la gaviota Mondragón. ¡Guacha! ¡Reguacha! Se agachó y un queso parmesano sobrevoló raudo la melena de Kike. El muchacho picarón, pivote del PAMI y actual vendedor de cerdos con ketchup de Malasia y Ciudad del Cabo.
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Esopo fue un rey que tenía muchos sirvientes. Lo peor -dijo un día- es cagar de día. Los vasallos asintieron. A partir de ese momento las cosas no volvieron a ser las mismas. No, las mirabas y eran otras. Todo había acabado transformándose en despreciable y ahora todo era “lo peor”. Sin su queja, el rey abandonó la partida.
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Fantasio Clima sumergió su espesa melena en la limonada. Crujió el barco y cambió la dirección de la cruz, la que atropelló la ceniza.
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Lervo en sí. Furto sobre rol. Melgar su gente, y Carpo igual.
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Mingus y su apodo supieron diferenciarse del mando del que provienen al nochero simulata de hojas secas que caen en otra dirección y fermentan su propia hoguera.
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Y sobre la arena, no de arena, de cenizas, se expandía o aplastaba un cielo, no de cielo, de cenizas. Todo mar, toda luz, todo acontecer es de ceniza. Todo paso no existía.
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Al viento sus crines, es dulzura, es seda de mil destellos azulados sobre la negra cabellera. Plumas exóticas se desprenden y vuelan, tirabuzón. Y las flechas, es poder, es vida y muerte por necesidad.